Opinión.- Dice mucho del gobierno presidido por el presidente Luis Abinader, de su encuentro, en el marco de la Cumbre de las Américas, con el primer ministro de Haití, para tratar temas bilaterales impostergables como la situación aduanera y la seguridad, dadas las dificultades y contratiempos, los cuales entorpecen la buena marcha del intercambio comercial y el flujo de mercancía de consumo masivo en Haití.
Demuestra este encuentro la vocación de diálogo de nuestro país, en virtud de las urgencias y emergencias, sufridas por nuestras dos naciones, tanto de los asuntos migratorios particularmente con Haití, como en las relaciones políticas, comerciales y de seguridad en las que, ambas naciones comparten los mismos retos y desafíos nacionales e internacionales, pues nos toca cuidar, sin proponernos esta tarea, proteger las fronteras de los Estados Unidos y de los países de la Unión Europea de la llegada de drogas, y del tráfico de armas, sin que, hasta este momento, hayamos recibido las compensaciones fiscales, institucionales y democráticas, por los costos adicionales que conllevan estos sacrificios.
Bajo, el buen talante del presidente, las tensiones diplomáticas que, por años, se han creado sin ninguna base democrática, ni política con los países del Caricom, al dialogar sobre temas regionales con los presidentes del Caricom, junto a la Vice Presidenta Kamala Harris, quien incluyó la República Dominicana, en una reunión no prevista con ese conglomerado. Pero nada que decir de la dicha recibida al ser socio estratégico junto a Panamá y Costa Rica.
Una alianza la cual ha producido resultados positivos para los tres países. Esperamos que esté encuentro a tres bandas, permita ampliar la posibilidad sociales, comerciales, industriales y culturales de las Naciones envueltas, pero, sobre todo, eleven el prestigio democrático en la región.